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23 diciembre de 2024

«María dio a luz a su Hijo primogénito,  
lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre  
porque no había lugar para ellos en el albergue» (Lc. 2,7)

 

Por un decreto del emperador romano, María y José se vieron obligados a dejar su gente, su casa, su tierra y ponerse en camino para ser censados. En su corazón iban llenos de esperanza y de futuro por el niño que vendría; sus pasos en cambio iban cargados de las incertidumbres y peligros propios de aquellos que tienen que dejar su hogar. 

Lo más difícil fue llegar a Belén y experimentar que era una tierra que no los esperaba, una tierra en la que para ellos no había lugar. Allí, en medio de la oscuridad, en medio de un mundo, que pareciera que quiere construirse de espaldas a los otros, se enciende la chispa revolucionaria de la ternura de Dios.  

María y José, los que no tenían lugar, son los primeros en abrazar a aquel que en su pobreza y pequeñez denuncia y manifiesta que el verdadero poder y la auténtica libertad es la que cubre y socorre la fragilidad del más débil. 

En los pasos de José y María se esconden nuestros pasos. Muchos de ellos, cargados de esperanza, cargados de futuro. En otros, en cambio, son pasos que tienen solo un nombre: sobrevivencia. 

La fe que ilumina la noche de Navidad, nos mueve a reconocer a Dios presente en todas las situaciones en las que lo creíamos ausente. Él está en el que llega sin avisar, en el que camina por nuestras ciudades, pueblos y barrios, tantas veces irreconocible; en el que golpea nuestras puertas. 

En el Niño de Belén, Dios sale a nuestro encuentro para hacernos protagonistas de la vida que nos rodea, para animarnos a dar espacio a los otros, a no tener miedo a ensayar nuevas formas de relación donde nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar. Se nos ofrece para que lo tomemos en brazos, para que lo alcemos y abracemos. Para que en él no tengamos miedo de tomar en brazos, alzar y abrazar al sediento, al que está de paso, al desnudo, al enfermo, al preso (cf. Mt 25,35-36).  

Dios nos invita a hacernos cargo de los que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas, por eso, agradezco profundamente el testimonio de tantos hermanos y hermanas que, casi siempre en silencio, y movidos por la imaginación del amor, hacen de sus vidas un don para los demás, ayudándose mutuamente y compartiendo lo que cada uno puede ofrecer, para recordarnos que en este mundo hay lugar para todos y que le Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. 

Estamos a las puertas del Año Santo del 2025, dedicado a la esperanza, que nace del amor y de sentirse amado: Dios nos abraza a todos en su infinita misericordia y nos impulsa a hacer lo mismo. Esto es lo que el Señor nos ha dicho que hagamos, que es amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. 

Pidamos al pequeño Niño de Belén, que su ternura nos mueva a reconocerlo en todos aquellos que llegan a nuestra puerta, a nuestra historia y a nuestra vida.  

¡Feliz Navidad! 

 

+ Sergio Alfredo Fenoy
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Navidad del Señor 2024

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4 diciembre de 2024
Reconocer a la Iglesia dentro de la pluralidad, sin privilegios
Reflexiones en torno a la reforma constitucional

 

Tal vez no todos en la sociedad santafesina lo saben, pero se está discutiendo en la Provincia de Santa Fe la ley de necesidad de la reforma constitucional –a llevarse acabo en el año 2025–, que tiene la importancia de enmarcar desde ahora, por decirlo de alguna manera, los ámbitos, límites y temas que esa reforma debería abarcar.

Hay un gran consenso político en la necesidad de retocar nuestra carta magna provincial porque, más allá de las bondades que posee, debería estar más en consonancia con la Constitución Nacional y con los pactos internacionales que fueron adquiriendo rango constitucional en nuestro país en las últimas décadas. Tal vez, al ciudadano de a pie todo esto lo tiene sin cuidado, pero nos gustaría compartir unas reflexiones porque el texto marcará la vida real de los santafesinos en adelante.

Una constitución tiene dos partes, una dogmática, que se refiere a los valores y las concepciones profundas que inspiran la convivencia social, y otra orgánica, que mira más bien a la organización del Estado. En esta última, providencialmente para los tiempos de grieta que estamos viviendo, hay acuerdo en casi todo: limitar los mandatos de legisladores y presidentes comunales, reformar la justicia, incluir las nuevas instituciones surgidas en estos años, como el Ministerio Público de la Acusación, el Consejo de la Magistratura y la Defensoría del Pueblo, entre otras.

Es acerca de la primera parte, la doctrinal, de la que como obispos nos gustaría reflexionar más detenidamente, habiendo consultado con los otros obispos de la provincia y con un grupo nutrido de fieles comprometidos en diversos espacios sociales. Allí hay varios puntos que nos deberían interesar a todos, y mucho. El artículo 3, por ejemplo, podría generar encendidos debates. La Constitución vigente declara que “la religión de la Provincia es la Católica, Apostólica y Romana, a la que le prestará su protección más decidida, sin perjuicio de la libertad religiosa que gozan sus habitantes”. Es prácticamente una profesión de fe. Sin pretender entrar en las motivaciones que impulsaron a aquellos constituyentes, o en la coyuntura histórica que los habrá conducido, lo cierto es que hoy semejante párrafo es inadmisible desde todo punto de vista. Desde mediados del siglo pasado la Iglesia viene afirmando la justa autonomía y la cooperación del orden temporal con respecto al religioso[1]. Por lo tanto, hay que concluir que la Provincia no es, ni puede ser, de ninguna manera “católica”. La confusión del orden civil con el religioso es no sólo anacrónica, sino también errónea, porque la condición propia de lo temporal, por definición, implica la no perdurabilidad, la siempre mutabilidad, la continua perfectibilidad; en ese sentido, la religión nos enseña que ningún gobierno representa “lo definitivo”, y juega un papel saneador, profético diríamos nosotros, frente a toda instancia de poder.

La posición radicalmente contraria está representada por el laicismo. Esta postura afirma que el Estado debería ser neutro en materia religiosa. A simple vista, suena lógico y acorde a los tiempos, pero esconde dos errores. El primero, es la intrínseca contradicción habida cuenta de que la neutralidad es ya una postura religiosa conocida como agnosticismo. El segundo tiene que ver con la intolerancia frente a la pluralidad que se pretende salvaguardar. No es “una forma de encauzar un legítimo pluralismo religioso, sino la voluntad legalmente disimulada de impedir la inspiración cristiana de la cultura nacional”[2]. Estaríamos suplantando en la Constitución una presencia indebida de la Iglesia, por una presencia indebida del Estado. Por ejemplo, si se da la laicidad del Estado, se podría pasar automáticamente a la prohibición de la enseñanza religiosa en cualquier escuela, incluso las católicas, las evangélicas o las judías; no se podría visitar a los enfermos en los hospitales o a los presos en las cárceles, negándoles el derecho a recibir atención espiritual; o se deberían quitar de los espacios públicos todas las ermitas en las cuales los vecinos suelen descansar el corazón del agobio de la vida. La dimensión religiosa del ser humano dejaría de ser considerada propiamente humana y se relegaría a una mera opción subjetiva asfixiando el espacio público en sí mismo y quitándole el oxígeno de lo trascendente. Además, haría del texto de la Constitución un documento abstracto, desencarnado, sin vinculación real con el pueblo concreto que es creyente, y por lo tanto, ficticio en su capacidad de representar la vida de los ciudadanos que pretende regular.

Entre los extremos de la confesionalidad (sacralidad) y la neutralidad (laicidad) del Estado hay dos posibilidades intermedias (ambas corresponden a la idea jurídica de secularidad): la libertad religiosa que sostiene la paridad de todos los credos, y la libertad religiosa que reconoce la importancia histórica de la Iglesia Católica en la cultura y la identidad del pueblo santafesino. Es que el catolicismo históricamente ha contribuido y sigue contribuyendo de forma notoria a la idiosincrasia cultural de la gente y a la construcción del tejido social. La solidaridad, el amor y el respeto por el otro, el valor de la comunidad, la importancia de la familia, el perdón, la igualdad, la libertad, el principio de la subsidiariedad, la participación, etc., son todos aportes que brotan del Evangelio traído a nuestras tierras desde 1573 por la presencia de la Iglesia. Piénsese también en el rol que la Iglesia tuvo en la gesta independentista y en la promulgación de la misma Constitución Nacional de 1853 aquí en Santa Fe[3]. Sería desleal no reconocerlo. Esto no significa, bajo ningún punto de vista, que no haya autonomía entre los dos órdenes (civil y religioso, Estado e Iglesia), o que se niegue la libertad religiosa y el pluralismo de otros credos.

¿Podríamos los católicos aceptar la idea de “paridad o igualdad de cultos”? También, y sin ningún problema. Tal vez, incluso, nos daría más libertad de expresión, más audacia en la tarea evangelizadora, menos dependencia del poder de turno. Pero eso no quita la injusticia que se cometería y la contradicción jurídica en la que se incurriría, habida cuenta de que la Constitución Nacional y el Código de Derecho Civil y Comercial prevén lo contrario[4]. En consecuencia, la redacción de la próxima Constitución en su artículo 3, o aquel que lo reemplace, debería reflejar el respeto a la pluralidad de una sociedad que es precisamente plural en sus distintas expresiones religiosas. Debería, además de reconocer la justa autonomía de los dos órdenes, garantizar su cooperación.

Una aclaración, por si todavía hubiera alguien que no lo sepa: hay que distinguir entre sostenimiento del culto (pago a ministros sagrados, construcción de templos, etc.) y mutua colaboración para las actividades en función del bien común. El Estado no paga el sueldo de los curas. Salvo unas pocas capellanías y el debido mantenimiento de templos que son patrimonios históricos, no hay aportes del Estado Provincial a la Iglesia Católica. La asistencia a los necesitados, a los adictos o a los enfermos, y la educación de los niños y jóvenes, no es parte del sostenimiento del culto. La Iglesia en Santa Fe tiene aproximadamente 800 institutos educativos en todos los niveles, con los que ha contribuido a la formación de generaciones enteras de santafesinos. Tenemos la primera escuela secundaria del país, la Inmaculada de los jesuítas. Además, contamos con casi 20 casas de recuperación de adictos, más la red enorme de las Cáritas parroquiales distribuida por todo el territorio, desde los barrios populares hasta los pueblos más remotos. En una sociedad que se jacta cada vez más de ser pluralista, sería lamentable que toda la educación y la promoción humana sea laica y esté monopolizada y homogeneizada por el Estado, sin que los padres puedan intervenir, y sin que otras instituciones –la Iglesia entre ellas– puedan hacer su aporte enriquecedor.

En la misma línea, podría decirse algo acerca de la incorporación de los derechos fruto de las luchas sociales de los últimos tiempos. La participación de las mujeres en la vida pública, el respeto por la diversidad cultural y racial, la perspectiva de género, entre otras, tienen que ser temas incorporados en el texto, pero no debería transformarse en una mirada única, bajo el riesgo de caer en otro sesgo de corte distinto. Una cosa son las perspectivas, y otra muy distintas la imposición de ideologías, que todo lo pretenden explicar con su óptica obtusa y cerrada.

Hay otros temas que no podemos dejar de mencionar, aunque sea de pasada, pero que requerirían un debate y un trabajo prolongados, sin innecesarias precipitaciones. Nos referimos a la dignidad de la persona humana desde la concepción y hasta la muerte natural, al derecho a la objeción de conciencia en materia educativa y sanitaria, al valor del cooperativismo y al cuidado de la Casa Común, distinguiendo entre la dignidad de las personas y el valor de los demás seres vivos. ¡Qué gran gesto podría representar para todo el arco social si el año próximo se nos diera la posibilidad, a todas las instituciones y a todos los ciudadanos, de poder discutirlos!

Procuremos por todos los medios contar con una Constitución valiosa para los santafesinos. O como diría el Papa: para “todos, todos, todos” los santafesinos. Tal vez a la gran mayoría este tema los tiene indiferentes, pero terminará de una u otra manera influyendo en sus vidas cotidianas.

Santa Fe de la Vera Cruz, 4 de diciembre de 2024

Mons. Sergio Alfredo Fenoy

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Mons. Matías Vecino

Obispo Auxiliar de Santa Fe de la Vera Cruz

Equipo Arquidiocesano de Pastoral Social

Junta Arquidiocesana de Educación

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[1] Cfr. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 1965, nº 36.

[2] Conferencia Episcopal Argentina, Iglesia y comunidad nacional, 1981, nº 21.

[3] Cfr. Ibid., nº 4-29.

[4] Si los santafesinos pretendemos aggiornar la Constitución Provincial de acuerdo con la Nacional, no deberíamos olvidar que en su art. 2, ésta establece que “el Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”, donde “sostener” significa precisamente esta vía media que estamos mencionando. En el Código Civil y Comercial se reconoce, también, que la Iglesia Católica es persona jurídica de pública (cfr. art. 146, c); Cfr. J. A. Di Nicco, «Autonomía y cooperación entre el Estado Argentino y la Iglesia Católica», 2019, Colegio de abogados de Morón, en https://camoron.org.ar/nuevas-normas/doctrina-cam/autonomia-y-cooperacion-entre-el- estado-argentino-y-la-iglesia-catolica/ [1-12-2024].


 

Para descargar el archivo completo en pdf, hace clic en el siguiente enlace: Reflexiones sobre la reforma constitucional

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7 noviembre de 2024

Proyecto Deporte Solidario invita a una Jornada Provincial de Formación en prevención: «Hacia comunidades protagonistas.» Tendrá lugar este sábado 9 de noviembre, en el centro de salud Deporte Solidario (San Lorenzo 967, Santa Fe) de 10 a 15 hs. Inscribirse en el siguiente Formulario de inscripción.

Destinada a gabinetes de gobiernos locales, docentes, deportistas y entrenadores, dirigentes sociales, religiosos, equipos de salud, estudiantes de carreras afines a medicina, trabajo social, periodismo, ciencias políticas, filosofía, trabajadores estatales, etc.


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29 octubre de 2024

En el contexto de nuestro Sínodo, con gran alegría y junto a nuestros obispos, Monseñor Sergio Fenoy,  Monseñor Matías Vecino y el Consejo Arquidiocesano de Laicos de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz invitan a participar en el Encuentro de Laicos el próximo sábado 23 de noviembre de 2024. Se reflexionará sobre el lema: «El compromiso laical en una iglesia sinodal, misionera y misericordiosa».

Será en la Parroquia San Juan Bosco (Estanislao Zeballos 3333, Santa Fe). Bajo modalidad bimodal, el encuentro se desarrollará de forma presencial y virtual a través de YouTube para comunidades alejadas. La acreditación inicia a las 8 h. y las actividades a las 9 h. Cerrará a las 13.30 aproximádamente.

Se recomienda llevar:

  • Anotador y lapicera.
  • Mate y algo para compartir.
  • Predisposición para una mañana llena de espiritualidad y comunión.
  • Habrá servicio de cantina.

Inscripción: hasta 10 personas por grupo (movimiento, asociación, área, equipo pastoral o comunidad parroquial) hasta el 20 de noviembre de 2023. Inscribirse en el siguiente formulario: https://forms.gle/VpfWFxZ4NpYFUbQB7

Costo: $1500 (solo para los asistentes presenciales).

Transferencia:
CBU: 2850371240095635012988
ALIAS: ENCUENTRO.LAICOS
TITULAR Arzobispado de Santa Fe – Pastorales Arquidiocesanas
CUIT 30538388765
TIPO Y N DE CUENTA CTAS.CTES.ESPECIALES P.JURID
NRO. 437109563501298
Comprobante al: 3425422409 (Sandra González).

Para leer la carta

¡Los esperamos para compartir un hermoso encuentro!


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9 octubre de 2024

Ferviente animador del carisma salesiano, los documentos de la causa ya están en Roma para su estudio.

Dante Di Stefano (en el medio) con sus amigos.

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9 octubre de 2024

Con las palabras de nuestro padre y pastor, Mons. Fenor, desde el Equipo de Comunicación Arquidiocesano, presentamos la nueva página web de nuestra arquidiócesis.

Brinda información sobre los diferentes equipos diocesanos, las agrupaciones y movimientos de nuestra Iglesia local, la guía eclesiástica, noticias y agenda de eventos, santos y patronos, entre otros temas. También, un micro sitio destinado a documentos y trámites y un área con el detalle de servicios tales como horarios de misa, cinerarios, sitios de adoración eucarística y el servicio sacerdotal de urgencia.

Así, toda la comunidad podrá contar con información actualizada y datos para contactarse, colaborar o participar de las diferentes actividades eclesiásticas.

El sitio presenta además recursos multimediales e interactivos que enriquecen la experiencia del usuario generando un clima de verdadero encuentro en el que todos los estamentos de la arquidiócesis pueden compartir su misión.

La investigación previa, recopilación de datos, producción periodística y armado integral de la web estuvo a cargo del Equipo de Comunicación Arquidiocesano, con el apoyo de la Universidad Católica de Santa Fe.

Para aportes y sugerencias, pueden comunicarse por mail a la siguiente dirección: pastoralcomunicacio@arquisantafe.org.ar

Oramos para que esta nueva herramienta de comunicación sea representativa de la Iglesia que Somos y Queremos Ser, colaborando con la construcción del Reino de Dios en una comunidad cada vez más fraterna y sinodal.

María de Guadalupe, ruega por nosotros


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2 octubre de 2024

«Tenemos que abocarnos a la gente, y entre la gente están los pobres»

Monseñor Matías Vecino

Este lunes 30 de septiembre fue ordenado obispo, monseñor Matías Vecino, obispo titular de Idrica y Auxiliar de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz, y luego de 16 años exactos de haber recibido la ordenación sacerdotal de manos de Mons. José María Arancedo.

La ceremonia tuvo lugar en la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, fue presidida por Mons. Sergio Fenoy, y comenzó puntualmente a las 19 horas, como estaba previsto, ante una iglesia atestada de fieles. Los scouts colaboraban para mantener despejadas las zonas destinadas al clero, que sumaban alrededor de 100 sacerdotes y unos 15 Obispos, un número similar de seminaristas.  

Presencia de una iglesia joven: 100 sacerdotes, mayores y no tanto… la basílica explotaba de gente: arriba junto al órgano, algunos que habían podido “colarse” para seguir la ceremonia desde los costados del camarín de la Virgen, dos enormes pantallas dentro de la Basílica, una en cada ala, y otra fuera, donde decenas de fieles seguían la ceremonia desde la explanada de la Basílica. 

Tras la plegaria de ordenación y la entrega de las insignias proprias como anillo, la mitra, báculo, la Basílica estalló en un sentido aplauso: el pueblo necesitaba hacerse presente y manifestar su cercanía en estos instantes. La escena se repitió luego, cuando los obispos presentes le brindaron su abrazo, como gesto de sienvenida al colegio episcopal.  

Durante la consagracion del Pan y el Vino, el silencio reinante se cortaba por un murmullo grave, y claro, de cientos de voces que se unían en las palabras de la consagración.  

Cerrando la ceremonia, el pueblo volvió a estallar en aplausos tras el caminar y la bendición al pueblo del nuevo Obispo por el pasillo central.

Sin dudas, se trató de una manifestación de la Iglesia que está viva, y acogió con amor y esperanza el don recibido.


Audio de Mons. Vecino con los medios de comunicación

Enlace al video de la celebración


Desgrabación de la homilía de Mons. Sergio Fenoy

Quiero agradecerles, como lo hacía al comienzo de la misa, toda la preparación de este día, sobre todo, agradecer el clima auténtico de oración que han mantenido en sus comunidades preparando esta celebración. Porque una vez más, como un pueblo fiel, nos han enseñado, con la espontaneidad de su devoción, que sin la oración toda acción puede parecer vacía. Y el anuncio, aún el más cierto, puede no conmover a nadie, puede no tener alma. 

Por eso sabemos que en la Iglesia toda iniciativa es de Dios. Él es el origen, Él es el protagonista, a Él celebramos y nos dirigimos en esta tarde. 

Tranquilo, Matías, lo ponemos a Dios en primer lugar. 

Y todos descansamos, poniéndolo a él en primer lugar, nos vamos ubicando nosotros. ¿No cierto? 

Quisiera que volvieras al evangelio, esa imagen muy litoraleña, por otro lado; como tantas escenas del evangelio al lado del agua, de los pescadores; porque te puede serenar. Si es que te hace falta serenarte, hoy. Pero te puede serenar.  

Ver esos pescadores sentados, tomándose su tiempo para ir separando lo que sirve de lo que no sirve. Es una imagen muy hermosa. Es el tiempo, es el precioso tiempo que Dios nos da, para examinar con atención, con cuidado. Para discernir, diríamos nosotros, sentimientos, emociones, pensamientos, tantas cosas. Vamos tomando algunas, vamos dejando otras. Las que no sirven, las que pesan, las que no valen.  

Bueno, yo te invito en esta celebración a que serenamente te sientes con tiempo y puedas hacer en tu corazón este discernimiento, mientras se va desarrollando esta celebración. 

Yo te propongo tres momentos para que tomes lo que vale. Creo que esos tres momentos valen mucho.  

El primero, otra vez a la orilla del lago, cuando pasa Jesús y llama a sus discípulos. El origen de tu vocación. Que vayas al comienzo de tu vocación, al pasado, sí, al origen, al comienzo; donde todo ha empezado.  Donde este día se fue preparando. 

Cuando escuchamos el mandato apostólico recién del Santo Padre, en realidad, lo que nos está diciendo el mandato del Papa, es que es Dios es quien ha pronunciado tu nombre. Fue Jesús la noche en que oró por sus apóstoles. Fue Jesús el que llamó a orillas del lago, el que pronunció tu nombre.  

Muchas veces te van a preguntar, ¿cómo llegaste a obispo? ¿por qué llegaste? Que si tuviste que estudiar más. Vieron lo que todos nos preguntan cuando hacemos una visita y se interesan. Tenés que tener la seguridad que ha sido Dios quien ha dicho tu nombre.  

Y en un mundo tan frágil, donde se rompen permanentemente los vínculos y vivimos a los tropiezos, de fracturas en fracturas, donde todo sucede, empieza y termina, y hay tan poca estabilidad, poder celebrar esto…, que es casi un milagro. 

Yo pensaba hoy, nuestros ojos están viendo lo del lago, porque estamos viendo lo de la vocación de Matías, lo que llamamos la sucesión apostólica. Los obispos van a imponer sus manos sobre tu cabeza repitiendo un gesto que comienza allá y que nunca se ha interrumpido en la Iglesia: es un milagro. Ese amor de Dios que elige y que consagra nunca se interrumpió.  

El otro episodio, otra vez en el lago, después de desayunar, lo dice Juan, cuándo Jesús resucitado le pregunta a Pedro si lo ama; y si lo ama, tiene que apacentar, tiene que cuidar. Bueno, creo que esto es un presente, es la madurez. 

Esta pregunta que Jesús te vuelve a hacer hoy, ¿me amas?, requiere que sepas antes que nada que él conoce tus traiciones, conoce tus heridas, conoce tus pecados, como conocía los de Pedro, y sin embargo insiste y quiere hacerte testigo de su resurrección. Frente a un mundo lleno de indiferencia, también, de desinterés por el otro, de anonimato, de individualismo. En un país, en una ciudad, en una región cada vez más empobrecida, más deshumanizada.  

Qué bueno es que el Señor te invite a amar y a cuidar, que para Él es lo mismo: amar y cuidar. Y para que tengas la fuerza te va a cubrir con su Evangelio. Mientras pronunciemos las palabras de la consagración, el Evangelio será tu techo, tu escudo. Estarás debajo, bajo la sombra del Evangelio. Quizás para que vuelvas a enamorarte de Él. Para que vuelvas a encantar a tu gente con su alegría. Para que sepas responder a tantas necesidades de nuestra gente, con la palabra del Evangelio que te cubre, que te rodea.  

Y por último, al final del Evangelio, a veces en el monte, a veces en el cenáculo. Vayan y anuncien, vayan y hagan mis discípulos: la misión. Es el futuro.  

Como obispo tendrás una primera misión, que te traerá muchas cruces y dolores, que es sostener la unidad y la comunión en la Iglesia. No hay nada que justifique nuestras divisiones: nada, ningún argumento, nada, y sin embargo están y son dolorosas. Y la herejía que más arruina el rostro de la Iglesia es la división entre nosotros. Por eso será tu primera tarea, tendrás que consagrar toda tu vida, tendrás que aprender a tejer y a remendar, porque muchas cosas las encontrarás rotas. Y bueno, tendrás que tener paciencia para tratar de rescatar lo que se puede, muchas veces ceder. Parecerás débil. Tenés que salvar la unidad. 

Vas a sentir el óleo en tu cabeza, que simbólicamente debería llegar hasta tus pies. El óleo es el signo de la unidad, así como llega y toca, y sigue, y no queda nada sin que lo abarque, así deberás trabajar por la unidad. Cuando sientas el Crisma, sentite enviado por el Señor, en un mundo que vive en guerras, que vive en oposiciones, que se desgarra. En un mundo en el que nos peleamos, en el que encontramos tan pocos acuerdos, en que nos gritamos: vas a defender la unidad.  

Y bueno, no puedo no recordar a nuestra hermana, que en un día como hoy ha entrado en la vida, a Teresa de Lisieux. Has querido estampar su nombre en tu escudo. Y es este día, el de su muerte, en el que recibís su consagración. 

Yo quiero de nuestra hermanita tomar una frase. Es cuando se encuentra en su peor momento. Hoy lo recordábamos en la mesa. En la noche de la fe, hacia el final de su vida, en la oscuridad más profunda, ella dice que el Señor le ha dado a gustar, a probar el pan del dolor y la ha hecho sentar en la mesa de los pecadores. Es una más. Y le dice a Jesús, no quiero levantarme de aquí hasta que vos no lo permitas. Me quiero quedar acá, con ellos, con los últimos. 

Teresita que se hace así hermana y compañera de los últimos, de los que no tienen esperanza, de los que nosotros condenamos, de los que creemos que no tienen salvación, de los despreciados. Ella se sienta allí y se queda allí, y come con ellos.  

Yo te deseo en este día que ella te tome de la mano y te sientes en esa mesa, y que nunca te levantes hasta que Jesús quiera hacerlo. Y que con ella creas en el amor, porque eso es lo que ella testimonia, ella cree en el amor del que es capaz todo hombre, aún el que nosotros consideramos perdido, irremediablemente. Ella cree que en ese corazón el amor se puede volver a encender. 

Por eso, con ella, de la mano, sentado en esa mesa de los últimos, testimoniá la esperanza, en tantas noches que tendrás que vivir y en tantas tormentas que el Señor te va a regalar. 



Desgrabación del mensaje de Mons. Matías Vecino

Me pidieron que diga unas palabras finales, cuando termina la misa y la verdad que preparar unas palabras de agradecimiento me resultó una tarea inmensamente difícil. Porque es tanta la gente, a la que le debo tantas cosas, que es inimaginable. 

Y se me ocurrió que podía empezar al revés, Vo a empezar agradeciendo por el final. Por eso, le agradezco primero al Santo Padre Francisco que me eligió para desempeñar este ministerio, me consideró digno de incorporarme al colegio de los apóstoles y a quien espero ser plenamente fiel.  

El magisterio del Papa Francisco, en estos años de mi vida sacerdotal, desde el 2013 hasta ahora, ha sido por un lado muy luminoso, pero por otro lado también profundamente desconcertante, porque tocó aspectos y temas que me desestabilizaron mucho; y para bien. Ciertas estructuras no evangélicas que no tenía en ni corazón, en mi vida, y no evangelizadas y que no sospeché que estaban ahí. 

Que leyéndolo, que escuchándolo, que viendo sus gestos, bueno, para mí, la verdad que fue un lindo todo eso. Así que espero que partir de ahora, como obispo estar cada vez más en comunión con su pensamiento.  

Pero, como les decía recién el Papa es como el último eslabón, por eso digo arranco por el final. No porque no sea importante el Papa. Por favor no arranquemos mal (risas); sino porque es el último eslabón de una enorme cadena, una larguísima cadena, que arranca desde muy temprano en mi vida. Y que también, no solamente en mi vida familiar, sino en la vida de la Iglesia. Algunas personas las conozco, de las que están acá o que no pudieron venir, y otras no, pero sé que estuvieron rezando todo este tiempo por mí.  

Bueno, primero, obviamente, a mi familia que tuvo inmensamente mucho que ver con esto, y también misteriosamente. Los que me conocen, saben. Mi viejo y mis abuelos que están en el cielo, mi mamá, mi hermana, mi cuñada, mis sobrinos, primas, tíos. Mis amigos de inquebrantable fidelidad, tendrían que hablar ellos de todas las enseñanzas, las correcciones, los abrazos, las escuchas, las charlas. 

Mis maestros, docentes, catequistas que andan por ahí. Formadores del seminario, los obispos, los párrocos, de los cuales algunos también ya están en el cielo. Mis hermanos sacerdotes, a quiénes amo con todo mi corazón. Los compañeros de mi diócesis, los que son de otra diócesis. Mis compañeros del seminario, algunos no llegaron a sacerdotes, pero también me dejaron un montón. Las comunidades que me vieron crecer, que me aguantaron los defectos, que me empujaron a evangelizar. Mis compañeros y colegas de curar. Y tanta gente, tanta, tanta gente. Bueno, no podría nombrarlos a todos. 

Hace mucho que venía experimentando como el realismo prácticamente material de esta presencia y de las palabras de Jesús en el Evangelio, que dice al que deja madre, padre e hijos, casa, campo, por mí y por la buena noticia, le voy a dar el ciento por uno en todo eso, y es así. La verdad que es así.  

En mi vida, el afecto se multiplicó enormemente a partir de mi decisión y de la decisión de la Iglesia y del señor, de ser sacerdote. Realmente esto que decía el papa Benedicto, que Dios no te quita nada, y que te lo da todo, lo vengo experimentando cada vez más. 

Cuando me senté a hacer la lista de invitados en 15 minutos dije ya está, no la hago más, porque era imposible. 

En este último tiempo, desde que el Papa me nombró y que se hizo público el nombramiento me conmovió muchísimo cómo la Iglesia de Santa Fe, lo decía Monseñor Sergio recién, se movilizó a través de las celebraciones eucarísticas, de las cadenas de oración, de los sacrificios, los ayunos, los rosarios, de las publicaciones en las redes; y eso que yo no tengo redes, pero es impresionante lo que todos ustedes rezaron por mí.  

Los sentí tan cerca durante todo este tiempo, cada vez que veía algo… Por ahí en la parroquia donde estaba, por ahí aparecía alguna cuestión en los grupos de WhatsApp. Pero soy consciente, o no, tal vez no soy tan consciente de todo ese amor que me brindaron todo este tiempo. Personas que me escribieron, que me querían conocer, comunidades que me invitaron a visitarlos, yo siendo párroco, y ya me pedían que vaya, que los visite, que tome una confirmación. Fue un poco abrumador también.  

Desconocidos que se hicieron cercanos, como el buen samaritano. Ahí hay un entramado de fe, de amor, y una serie de vínculos invisibles e imperceptibles a los ojos humanos o a la lente de los medios de comunicación. Y tiene un poder y una presencia inconmensurables, y que brota en estos momentos.  

A veces nos sentimos solos en nuestra vida de fe, remándola en dulce de leche, pero en estos momentos nos damos cuenta de que somos un montón y que nos tenemos los unos a los otros. 

Me hicieron palpar y sentir casi de manera física esa presencia invisible que todo lo abraza y todo lo penetra, y es la vida de la Santísima Trinidad en la Iglesia. Comunidad animada por el Espíritu, la esposa de Cristo, la hija del Padre. La Santa Trinidad de personas, el Dios que nos vino a traer Jesucristo. 

Bueno, en última instancia, tal vez, obviamente que es más importante, se lo agradezco a él, a ellos, a esta cantidad de personas que en este tiempo vi reflejado en ustedes. Todo eso es una chispa de ese Dios, a quien agradezco enormemente tantos regalos, tantos dones que me ha dado durante toda la vida. Y los santos, los que ya me acompañan en el cielo, algunos canonizados, otros no, que fueron viejitas de la parroquia, ministros que han rezado por mí, que han entregado la vida, a quien tal vez les hice el responso, que fui el que les di los últimos sacramentos. Toda esa gente, siento que está acá y siento que intercedió por mí en todo este momento. 

Así que bueno, a todos ellos, muchas gracias. 




26 septiembre de 2024

La historia de la devoción a la Virgen de Guadalupe en Santa Fe comienza a mediados del 1700 cuando un monje mercedario encuentra una imagen de la Virgen de Guadalupe de México, la enmarca y la expone en un oratorio que la Familia Setúbal había construido en sus tierras, cerca de la antigua Laguna Grande. Muchos años pasaron desde entonces, pero el amor de nuestra madre María y la fe de todo un pueblo depositada a sus pies obró milagros y maravillas.

Para compartir esta historia con los más pequeños de la comunidad, se creó este corto animado producto de una coproducción original de la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe y la Universidad Católica de Santa Fe. Relata, en un formato infantil, los acontecimientos que fueron construyendo esta devoción mariana que hoy trasciende las fronteras de la ciudad de Santa Fe y es un ejemplo de amor y de fe para el mundo.

Se suma a la propuesta un libro que cuenta la historia en imágenes, con dibujos originales del santafesino Hugo Lazzarini y que puede conseguirse en la Santería de la Basílica.

La devoción, la historia de fe y lealtad es la que relatan el libro y el corto animado, que además forman parte de un gran trabajo de investigación que comenzó en el año 2015 y se difundió a través de un documental que se presentó a principios de 2019.

En el mismo año se trasladaron a Buenos Aires para su recuperación y digitalización unas cintas encontradas en el año 2005 en el sótano del templo que corresponden a la Coronación Pontificia de la Virgen de Guadalupe que se realizó el 22 de abril de 1922.

Las imágenes muestran una Santa Fe de la década del veinte con su estructura arquitectónica muy distinta a la actual, los medios de transporte del momento, personalidades destacadas como el Obispo Boneo, Padre Genesio y el Gobernaor Ricardo Aldao entre otros, y la multitud de los fieles con las costumbres culturales de la época.

Equipo de trabajo:
Coordinación general: Pbro. Olidio Panigo, Párroco Rector de la Basílica Ntra. Sra. de Guadalupe
Dirección: Lic. Laura Parra
Ilustraciones: Arq. Hugo Lazzarini
Guion audiovisual: Lic. María Milagros Vigil sobre adaptación de María del Carmen Villaverde de Nessier
Música original: Diego Soldi
Voz en off: Mariano Rubiolo
Edición, animación y posproducción: Complejo Multimedial Universidad Católica de Santa Fe, bajo la dirección del Mgter. Danilo Mettini.

+ INFO:
Documental sobre la historia de la Virgen de Guadalupe en Santa Fe
Cintas de la coronación de la Virgen de Guadalupe – Año 1928


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26 septiembre de 2024
Estimados hermanos:
Les comunicamos que el Sr. Arzobispo ha realizado los siguientes nombramientos:
Mons. Matías VecinoVicario General de la Arquidiócesis. El Sr. Arzobispo aprovecha también la ocasión para agradecer el servicio prestado en esta función al Pbro. Marcelo Blanche, quien ha cumplido con tanto provecho para todos el período de su designación.
Sr. Mgtr. Prof. Martín Ignacio PascualDelegado episcopal para la Educación.
Sr. Walter Javier AlbornozVicepresidente Segundo de la J.A.E. (Junta Arquidiocesana de Educación).
Sr. Fabián Antonio JerkovichVice-Presidente primero del CON.PRO.D.E.C. (Consejo Provincial de Educación Católica).
Pbro. Nicolás Alberto Carrel: Párroco de la Parroquia Santa María junto a la Cruz – Ciudad Sede.
Pbro. César Daniel Gazze: Párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Huerto – Ciudad Sede.
Pbro. Claudio Gabriel Bianculli: Párroco de la Parroquia Santa Rosa de Lima – Ciudad Sede.
Pbro. Ariel Roberto Améndola: Párroco de la Parroquia Santa Rita – Ciudad Sede.
Pbro. Esteban Horacio Alfaro: Párroco de la Parroquia Sagrada Familia de Nazaret – Santo Tomé.
Pbro. Germán Raúl Bovino: Administrador Parroquial de la Parroquia Nuestra Señora de la Paz – Santo Tomé.
Pbro. Oscar Dante Marracino: Párroco de la Parroquia Santa Clara de Asís – Santa Clara de Buena Vista.
Pbro. Javier Sergio Rossi: Párroco de la Parroquia San Lorenzo, Mártir – El Trébol.
También ha designado a Santa Ana como Co-Patrona de la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Sa Pereira.
Y ha concedido la Sanación en la Raíz a los matrimonios de: María Cecilia Núñez y Mario César Giordano. Fabiana Noemí Cainero y Néstor Norberto Sedo.
Pax et bonum!
Cngo. Alexis Louvet
Canciller
18.IX.2024

Cancillería 

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